Copia de Paseos por Orozko :
ITXINA
En el conjunto del Gorbeia, Itxina merece descripción aparte.
Es un impresionante e inhóspito paisaje calizo con multitud de hoyas, cue-vas
y simas, dulcificado, sobre todo en primavera, por un buen número de hayas
que crecen, a veces, en los lugares más inverosímiles. Es ésta una de las
zonas más bellas, salvajes y singulares de Euskal Herria.
Con un perímetro de unos doce kilómetros, los principales montes que la
cierran son: Peña Lekanda (1.302 m.), Gorosteta (1.261 m.), Ipergorta (1.235
m.), Altipitatz (1.172 m.), Urtutxe (1.091 m.) y Aitzkorrigane (1.095 m.).
Todo él se encuentra dentro del término municipal de Orozko.
Por su extraña y singular disposición geológica así como por su estructura y
lo escabroso del terreno calizo de que está compuesto su suelo, puede considerarse
a esta región como la más intrincada de Bizkaia, siendo de tan extraordinaria
e impresionante belleza los paisajes que en sí encierra, que, ya en
1850, emocionado ante la vista de sus dentados peñascos y fantásticas
hendiduras, exclamó el ilustre viajero Dr. Mauricio Willkom: es una de las
maravillas más sorprendentes que he visto.
La estructura exterior de este macizo viene a ser de una elevada meseta de
verticales paredes rocosas con innumerables grietas y hendiduras de inaccesible
aspecto, las cuales, vistas en planta, forman un triángulo irregular en
cuyos vértices se encuentran sus cimas más elevadas, apreciándose en sus
bordes una inclinación de NE. a SO.
Su interior se presenta hundido, surcado de numerosas hoyadas o “troka”s,
como las llaman los pastores, y de descarnadas peñas, ofreciendo el conjunto
un impresionante y fantástico aspecto de paisaje lunar.
Flanqueando las paredes de este elevado macizo rocoso, extendiéndose por el
septentrión, el intrincado bosque llamado Andramariortu. Por esta parte, el
terreno desciende desde las paredes de Itxina, formado escalonados cortes
de regular altura, particularmente el pie de la cima de Lekanda.
Por el SO., le flanquea un amplio y profundo barranco, formado entre la pared
SO. de Itxina y las extensas laderas septentrionales del Oderiaga y, por el
SE., la depresión de la pradera de Arraba, flanqueada por el S. de un alargado
espolón rocoso que se desprende del Gorostieta, cumbre meridional del
macizo de Itxina, espolón que finaliza en la cima de Aldape, situada sobre el
barranco de Zastegi y el circo de Egiriñao, al pie de la cruz del Gorbeia.
En el extremo NO., formado por el vértice del Aizkorrigane, las peñas de Urtutxe
y los monolitos conocidos por el nombre de las “atxa”s, cae verticalmente
con un desnivel aproximado de 400 m. sobre un terreno que desciende
en suave declive hacia el barrio de Urigoiti..
La formación geológica de este macizo está comprendida dentro de la extensa
franja del cretáceo inferior que, con dirección SE.-SO., atraviesa el país,
ofreciendo, en lo que respecta a manantiales y fuentes, las características
propias de esta clase de terrenos, es decir, su carencia absoluta, ya que las
aguas pluviales y nieves licuadas se filtran y desaparecen rápidamente por las
numerosas grietas que existen en el suelo hacia las cavernas interiores por
donde discurren en diversas direcciones, para brotar de nuevo a la super-ficie
en las laderas bajas, al pie de las rocosas paredes.
Toda la superficie del macizo de Itxina está taladrada de embudos, simas y
hoyadas de dimensiones variables, así como de extensos mares de piedras,
producidos, sin duda alguna, por la acción de las aguas sobre la roca caliza,
ofreciendo el terreno una impresionante sensación de desolada grandeza, a
pesar de la profusa vegetación que brota de forma inverosímil entre las erosionadas
peñas.
Varios son los pasos que dan acceso al interior de esta agreste y poco visitada
región del Gorbeia, siendo los más conocidos y frecuentados los existentes
en su pared SE., sobre la campa de Arraba, y el famoso portillo de Atxu
laur, que se abre en la parte alta de la pared NO., dando vista al bosque de
Andramariortu y al valle de Orozko.
La zona comprendida entre Lekanda, Altipitatz y Gorostieta está formada por
dos prolongados espolones que, con dirección SO., se desprenden de las
cimas de Lekanda e Igalirrintza, cruzando de parte a parte el macizo. El primer
espolón es precisamente la pared que se alza sobre la pradera de
Arraba, en la que se encuentran las cimas de Lekanda, Kutxak, Arteta,
Atxa-jausita, Gorosteta y, en su final, Ipergorta, cerrando por el S. a Itxina.
Atravesando esta pared y una vez en su interior, húndese el terreno en
profunda depre-sión, llegando incluso a cotas más bajas que las del sumidero
de la campa de Arraba, alzándose sobre esta hondonada o depresión, una
larga fila de roco-sos picachos enlazados al Altipitatz y Lekanda.
Los variados itinerarios del macizo necesitan de experiencia montañera, calzado
de montaña adecuado, cantimplora y mochila; los senderos son escasos
e imprecisos, requieren muchas horas de luz por delante para adentrarse en
ellos y, EN CASO DE NIEBLA, ES VERDADERAMENTE PELIGROSO.
Podemos visitar, entre otras muchas cosas, el túnel de Arko Atxa, que discurre
unos 30 m. bajo las rocas; comienza en la cueva de Itxulegor y termina en
la enorme hoyada de Arkoaxpe Trokea, un paisaje de gran belleza y, por supuesto,
las cuevas.
Porque, en un terreno de esta naturaleza, no podían faltar cuevas y simas;
son varias las cuevas que existen (Urratxa o Lapurzulo, Obarreta, Supelegorri,
Neberabaltz, Axpezar, Itxulegor, Otxabide, varias de menor importancia
en la troka de Aslaor), siendo la principal la denominada Supelegor, situada
en una gran hoyada frente al portillo de Atxulaur.
En muchas de estas cuevas se han encontrado restos de cerámica, utensilios
de hueso y silex y huesos humanos.
Parece que Urratxa, también llamada Lapurzulo, fue ocupada ya en el Epipaleolítico
(hace, aproximadamente, 10.000 años), período del que han aparecido
numerosos buriles, raspadores y un canto pintado; en el Eneolítico (hace
4.000 años) se utiliza como cueva sepulcral, donde se depositaban los
cuerpos en superficie , acompañados de útiles empleados por el difunto en sus
actividades cotidianas, útiles en hueso o piedra, vasijas de barro y ele -mentos
de adorno.
Urratxa o Lapurzulo también han dado pie a relatos míticos, alguno de los
cuales puede ser consultado en el “Apéndice documental“ (por ejemplo, “Un
zapatero aprisiona al bandido de Lapurzulo”, “La piel de buey y Lapurzu-lo”),
al final de esta obra.