Vi@Euskalmitología. Daniel Oholeguy
AHARI, EL CARNERO DE AMALUR
Infinitas son las historias de apariciones extrañas que se han ido sucediendo desde tiempo inmemorial en nuestra amada Euskal Herria.
Generalmente los pastores, cuando suben a un monte sin haber tenido la deferencia de ofrendar algo a Amalur, o bien cuando se trata de protegerlos de algún peligro, a ellos o a sus rebaños, se les aparece Ahari que vivie en Okima, pero recorre las tierras de Euskal Herria ayudando a los buenos vascos.
Ahari es un genio que se presenta bien como un carnero, o en oportunidades, con cuerpo humano y cabeza de carnero, o en la forma de este animal, acostumbra a caminar en dos patas, erguido.
El carnero es uno de los animales preferidos de Amalur, se dice que una cabeza de carnero preside el cabezal de su cama, y que emplea sus cuernos para hilar.
Se dice que en la sierra de Aralar, habían dos hermanos haciendo pastar a su rebaño. Estos eran buenos vascos, observadores de las leyes antiguas y respetuosos de Amalur.
Había sido un invierno muy crudo, y las pasturas eran escasas. Arrearon el rebaño durante mucho tiempo y una gran distancia, hasta llegar a la sierra. Una vez allí, uno de los pastores, quemó unas varas de albahaca, en ofrenda a la Dama de Anboto.
Cuando terminó, notó que en el cielo, se desataba una gran tormenta. Asustados, reunieron el rebaño, y buscaron un lugar para protegerse. El único lugar que encontraron, fue un pequeño cobijo en el que se guarecieron los dos.
El rebaño se alejó en todas direcciones.
Pasada la tormenta, comenzaron a buscar sus ovejas, pero no podían hallarlas, entonces, se apareció Ahari, el carnero, corriendo en dos patas en dirección al fondo de un paso entre las rocas. Los muchachos siguieron la aparición, y allí encontraron todo el rebaño sano y salvo.
Ambos se incaron de rodillas para agradecer, cuando escucharon una voz que venía de los cuatro vientos: era Amalur que les dijo: “Porque han respetado las leyes antiguas, y han ofrendado albahaca al subir a mis montes, he cuidado de ustedes y vuestros rebaños. Volved a casa, y encontraréis vuestros campos con buenas pasturas”.
Cuando regresaron, su parcela estaba cubierta de verdes pasturas, mientras que la de sus vecinos, eran totalmente secas.
Ellos como buenos vascos, levantaron una pirka de piedras en honor a Amalur, es la que todavía podemos ver, subiendo por la cara sur de la sierra.