Vi@Euskalmitología. Daniel Oholeguy
AMONA, LA ABUELA
Cuentan las antiguas voces de Euskal Herria, que en los primeros tiempos, no había familias, sino hombres, mujeres y sus hijos.
Eran tiempos en los que todo estaba por inventarse, los gizonak salían durante varios días a cazar para obtener el sustento diario, las emakumeak tenían que organizar las cuevas donde vivían, mantener el fuego que alejara a las fieras, trabajar las tierras vírgenes, dar de mamar a los bebes, que eran muchos, porque había que poblar la tierra.
A medida que los bebés crecían, poco era el tiempo del que disponían para ayudarles.
Entonces, vino una época en la que los niños estaban poco alimentados, sucios, y era muy poco lo que aprendían para mejorar la comunidad.
Las Lamiak, que controlaban como se desarrollaba la sociedad, notaron este problema, y se lo informaron a Amalur. “Deberemos poner a algún genio para que se ocupe de los pequeños” dijeron.
Amalur, lo pensó y les dijo: “No se preocupen, solo deben esperar a la segunda generación, allí se desarrollará en cada familia, una persona que cuidará a los mas pequeños, ayudará en el cuidado del hogar, vigilará que se cumplan las leyes naturales, instruirá a las madres primerizas, tendrá una inteligencia tan grande, que permitirá que los adultos crean que manejan a sus hijos, pero ella los guiará en su desarrollo y crecimiento”
Las Lamiak, preguntaron: “¿Es posible que aparezca una persona así, sin que tu la hayas creado?”
Amalur respondió: “Ya la he creado cuando formé a la primer mujer. Ella tiene la semilla de una persona así desde el primer día, cuando sus hijos tengan hijos, la llamarán Amona, que significa abuela y cumplirá todas esas funciones.”
“¿Y quien se ocupará de enseñarle? Preguntaron las Lamiak.
“Ella sola aprenderá todo, porque cuando deba enseñar, solo deberá recordar aquello que ha vivido. Sus hijos e hijas la respetarán, y así podrán observar las leyes naturales”.
Así nació la idea de la Amona, abuela, es por ello que se dice en las leyes antiguas que la amona es un tesoro que debe ser respetado y cuidado, porque Amalur así lo dispuso, y no se puede contradecir a la Dama de Anboto.